El atentado contra Franco en Ponferrada que pudo cambiar la historia de España

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iLeon.com rescata documentación que demuestra un intento de asesinato del generalísimo el 28 de julio de 1949 con motivo de su visita a la inauguración de Compostilla a manos de los últimos integrantes de la guerrilla berciana. Un hecho silenciado hasta ahora en España y que sólo se puede demostrar a través de escasas publicaciones norteamericanas.

 

Italiens Regierungschef in Berlin.
Des Führers und des Duce triumphale Fahrt durch Berlins Feststrasse.
Fot. Wag. 1937

El 28 de julio de 1949, en Ponferrada, estuvo a punto de cambiar la historia de España. Ese día se materializó un atentado contra el generalísimo Francisco Franco, uno de los pocos que llegaron a ejecutarse realmente, pasando de la frontera de los deseos y los planes a los hechos. Ocurrió en la capital del Bierzo, aunque se trata de un hecho ampliamente desconocido por haber sido ocultado hasta el extremo por un régimen que no podía permitirse el lujo de admitir ningún síntoma de debilidad propia ni de fortaleza de los escasos enemigos que quedaban en suelo español después de la cruenta represión del régimen dictatorial.

Aquel jueves, cuando aún resonaban los fastos nacionales por el décimo aniversario de la victoria en la Guerra Civil, Franco recaló en Ponferrada con motivo de la inauguración de la central térmica de Compostilla en el inicio de un viaje que posteriormente le llevaría a San Sebastián pasando por las capitales de León, Palencia y Burgos. La expectación era máxima. El Ayuntamiento había otorgado al caudillo en Pleno extraordinario el día previo la primera Medalla de Oro de la Ciudad, además del título de alcalde honorario, según recoge el ABC del día 29, que relata con todo lujo de detalle en su edición nacional el «cariñoso recibimiento al caudillo».

Pero además de «cariñoso recibimiento», Franco también una violenta despedida. Tan violenta como que, según diversas fuentes externas de la época, su propio vehículo oficial llegó a recibir algunos impactos de bala de un grupo de guerrilleros antifranquistas bercianos apostados en un monte a la salida de la ciudad. Este hecho, sepultado en la memoria, desterrado de los titulares de la prensa nacional, debió ocurrir entre las 3 y las 4.30 de la tarde de ese 28 de julio.