La Ciudad de la Selva, el gran campamento secreto de los guerrilleros antifranquistas

MADRID, 

HENRIQUE MARIÑO

No fue una leyenda, porque los vecinos y la Guardia Civil conocían su existencia, pero el paso de los años desdibujó su geometría, redefinió sus marcos y le confirió la categoría de mito. La tradición oral había deformado y mitificado la Ciudad de la Selva, que no era conocida por los paisanos como tal, sino como los chozos de los escapados, allí donde estaban los rojos, un espacio difuso que, desde la aldea de Casaio, se extendía por los montes de la comarca ourensana de Valdeorras, limítrofe con el Bierzo y la Cabrera.

Federación de Guerrillas León-Galicia.

El empeño de los investigadores del proyecto Sputnik Galego ha desempolvado las páginas de la historia y modulado el relato de las gentes del lugar. Su trabajo, centrado en la prospección arqueológica, ha sido complementado por la labor de historiadores, antropólogos y editores como Paco Macías, quien ha reunido los estudios de unos y otros en el libro Federación de Guerrillas de León-Galicia (Edicións Positivas), que arroja luz sobre «el yacimiento más importante de la guerrilla en Europa Occidental», según Miguel Riaño, jefe de producción de Metropolis.coop y director del documental Ciudad de la Selva.

Guerrilleros asistentes al congreso fundacional en Ferradillo, en abril de 1942. — Edicións Positivas

No hay fantasía en su película y la admiración es contenida, pues no se propuso narrar la historia del legendario campamento guerrillero desde los retazos memorísticos —porque el recuerdo puede engrandecer, pero también deturpar—, ni tampoco a partir de la crónica negra y propagandística del franquismo —también necesitado de enemigos, cuanto más fieros y despiadados, mejor—, sino reconstruir, a partir de los hallazgos arqueológicos, la dimensión, geográfica y operativa, del enclave. «Una fotografía o una descripción no son suficientes: la Ciudad de la Selva solo se entiende cuando estás allí», afirma Riaño.

Operación Tazones

Anarquistas y comunistas, sindicalistas y milicianos, obreros y republicanos se atrincheran en el monte, cometen atracos, vengan a sus muertos y forjan la futura Federación de Guerrillas de León-Galicia, cuyos congresos —a excepción del fundacional, en Ferradillo (Bierzo)— tienen lugar en la Ciudad de la Selva, donde se fijan las bases ideológicas, económicas y militares de la organización. «Es el paso definitivo para que los huidos se conviertan en guerrilleros, en la vanguardia del viejo Ejército republicano que sigue sin ser derrotado», escribe Alejandro Rodríguez Gutiérrez en el libro editado por Positivas.

«Así nació un lugar mítico, el único donde se enarbolaba la bandera republicana durante el franquismo», recuerda el arqueólogo e historiador Xurxo Ayán. Además del grupo de Casaio, otros actúan en el Bierzo, la Cabrera, Os Ancares y la zona de Valdeorras, Viana y Trives. Entre los nombres propios, Manuel Girón, César Ríos o Marcelino Fernández Gafas, aunque algunos investigadores prefieren hablar de colectivo y no de individuos, quienes sin embargo perviven en el imaginario popular por diversas razones, como Bailarín.

Adentrarse en la Ciudad de la Selva era un suicidio, explica Miguel Riaño, quien califica al grupo que operaba en los montes de Casaio como «el que tuvo más en jaque al franquismo». Estaba bien articulado, su logística era encomiable y contaba con redes sólidas. «Antes, los guerrilleros llevaban a cabo escaramuzas y ataques desde diferentes puntos, pero no tenían un espacio definido de lucha. Algo que sí ocurre en la Ciudad de la Selva, un frente de batalla al uso desde donde parte la continuación de un conflicto específico», añade el director del documental.

Además, la guerrilla contaría con la ayuda del ingeniero Alexander Easton, conocido como el Inglés pese a su origen escocés, un espía del Gobierno británico que vivía en el Bierzo que les proporcionó contactos con grupos políticos en el exilio, una máquina de escribir, una multicopista, una radio y otros útiles, además de habilitar la buhardilla de su casa en Carracedo como ambulatorio clandestino donde curaban a los maquis heridos. Y, a través de José María Urquiola Chema, establecería relaciones con el PCE y se integraría en la Unión Nacional Española (UNE), que intentaba derrocar a Franco desde Francia.

Xurxo Ayán contrapone ese territorio irredento de la guerra larga, donde se leía el periódico El Guerrillero, con la lucha silenciosa y silenciada de las mujeres del llano. «La historiografía antifranquista se empeñó en demostrar que la guerrilla estaba muy bien organizada. Sin embargo, es una visión militar y androcéntrica. En realidad, pervivió gracias al apoyo popular y al cuidado de quienes ejercían de enlaces. Algunas incluso no estaban politizadas, pero aplicaron la ética campesina de la solidaridad», explica el historiador. «También las retaguardias forman parte de un ejército», escribe en el libro. «Lo sabía bien el aparato represivo: al ir contra las mujeres se combatía el corazón mismo de la guerrilla».
«La Federación supuso un peligro real para el régimen franquista», concluye Carlos Tejerizo-García, arqueólogo y director del proyecto Sputnik Labrego. «Las autoridades no sabían exactamente dónde se ocultaban y tampoco se atrevían a entrar. La dificultad del paisaje montañoso había facilitado la instalación de un campamento permanente en un espacio fronterizo conectado con diversas zonas controladas por otras guerrillas. Así nació la Ciudad de la Selva». Cuando conoció su existencia, Tejerizo se propuso descubrir la dimensión real de un territorio mítico, pero indefinido. Entonces, tras calzarse las botas, se echó al monte. Lo que se encontró lo relatará en una próxima entrega.

Enlace de la Noticia en el diario Publico

 

 

La resistencia antifranquista organizada en los montes la Guerra civil no acabo en 1939

Raúl Novoa:

“Los grupos de milicias de resistencia antifranquista demuestran que la Guerra Civil española no se acabó en el 1939”, con este argumento, Miguel Riaño da una de las ideas clave de ‘La Ciudad de la Selva’, título del documental que ha dirigido y rodado junto al grupo de arqueólogos Sputnik Labrego, que lleva desde 2017 investigando los asentamientos en la zona de Casaio, en la frontera entre Galicia y Castilla y León. Los arqueólogos han verificado que en sus montes ha habido grupos organizados contra el régimen desde el 1941 hasta 1946. El filme es el primer acercamiento audiovisual a esta historia. La obra ha ganado el premio a Mejor Documental del Festival Internacional de Cine Independiente de València.

Casaio, igual que el noroeste peninsular, se caracteriza por tener una orografía compleja. Es difícil conocer y orientarse por sus frondosos montes. Además, se encuentra el Teixadal, uno de los montes más altos de toda Galicia, a 1.350 metros sobre el nivel del mar. Bajo este entorno natural se empezaron a organizar los ciudadanos. Primero, escapados de la represión del franquismo y, después, organizados contra el régimen, comenzaron a planificar su caída a través de la lucha armada desde las montañas. “Esto lo sabemos por las notas que hemos encontrado o sus armas, de origen checoslovaca o mexicana”, señala Carlos Tejerizo a elDiario.es, uno de los arqueólogos del proyecto.

La Ciudad de la Selva era también el nombre que le daban al asentamiento. Fue una de las primeras resistencias antifascistas en Europa. “Hay que tener en cuenta que la Guerra Civil española fue un ensayo para la Segunda Guerra Mundial. Esta resistencia se dio en el transcurso de la lucha contra el nazismo y los de Casaio querían ser la punta de lanza que acabase con el franquismo en ese contexto”, explica Tejerizo.

Estas organizaciones se reprodujeron también en Asturias, Cantabria o Euskadi, gracias a la geología del Macizo Cantábrico, según los arqueólogos. Se nutrían de militantes o exmilitantes de organizaciones obreras y de izquierdas, de huidos y de personas represaliadas para mantener los campamentos y las luchas. Sin embargo, Carlos Tejerizo es claro en identificar por qué no se recuerda igual a la resistencia antifranquista que a los partisanos en Italia o a los maquis en Francia: “perdieron y en la Transición no se ha reconocido a quienes lucharon por la democracia”.

Un largo proceso de documentación

Si bien el proyecto de investigación surgió gracias a unas excavaciones en los montes de Casaio financiadas por el CSIC hace cinco años, el rodaje del documental duró tres. Miguel Riaño asegura que duró ese tiempo por dificultades económicas, pero también ha tenido aspectos positivos: “hemos podido grabar en todas las estaciones y entrevistar varias veces a las mismas personas. Son historias complejas que la gente nunca había contado y con un proyecto cortoplacista no hubiese salido igual”.

En total, en Casaio había entre 50 y 60 personas asentadas bajo los “chozos” construidos con pizarra, un material muy abundante en la zona. De hecho, es conocida la mina de wolframio que el franquismo puso al servicio para el armamento de los nazis. Según cuentan en el documental, la resistencia antifranquista conseguía financiación económica de los aliados saboteando estas minas o comprando ellos el Wolframio.

Gran parte de los habitantes del pueblo apoyaban a los guerrilleros. Aunque había pocas mujeres milicianas, estas tenían un papel fundamental haciendo de enlace. “En las excavaciones encontramos medicinas como penicilina, muy difícil de conseguir incluso en ciudades en aquel momento, lo que demuestra una gran organización por su parte”, explica el arqueólogo.

Según los investigadores, antes de todo el trabajo de investigación, estas historias eran “casi mitológicas”. “Es importante desmitificar la figura de que eran bandoleros”, señala el director Riaño. Las investigaciones arqueológicas demuestran que había una organización política detrás de los asentamientos de Casaio. “La propaganda franquista quiso tipificarlos como bandoleros espontáneos del monte para evitar reconocer la oposición al régimen, pero la realidad es que era gente que luchaba por la democracia. Su fin era acabar con el franquismo”.

“Es importante desmitificar la idea de que quienes estaban en los asentamientos antifranquistas de los montes eran simples bandoleros”

También había una Federación de guerrillas estatal. Sin embargo, un problema dentro de la organización era la división ideológica. Agrupaban a sectores afines al PSOE hasta la CNT. En una de sus asambleas para evitar estas divisiones internas, los nacionales los asaltaron gracias a un chivatazo y fusilaron a la mayor parte de guerrilleros de Casaio. “Los que sobrevivieron sabemos que emigraron a Francia o a Latinoamérica”, explica Riaño. Para Tejerizo, un problema para la victoria de la resistencia fue la falta del apoyo internacional: “no podemos entenderlo fuera del marco de la Segunda Guerra Mundial. Estaban prácticamente solos y la ayuda fue mínima. Son héroes que lucharon por la democracia y deberíamos reconocerlos como tal”.

De este modo, aunque se fecha el fin de los maquis en 1965 con la muerte del gallego José Castro, la resistencia activa de Casaio se acabó en 1946.

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Ochenta años del primer aliento de la guerrilla en Ferradillo

Sputnik Labrego ‘resucita’ con unas jornadas en Carucedo el mítico congreso que en 1942 creó la Federación de Guerrillas de León-Galicia

Se reunieron en las laderas de Ferradillo, un día, quizá dos, del mes de abril de 1942. Venían de la Ciudad de la Selva, el refugio de huidos en los montes gallegos de Casaio, de Los Ancares, de la sierra de Courel, de La Cabrera, del Bierzo.

Otra de las imágenes que se tomaron del Congreso en abril de 1942 en Ferradillo. SPUTNIK LABREGO

 

Allí estaba el legendario Manuel Girón, junto a Marcelino Fernández, El Gafas, César Ríos, Abel Ares, de Toral de los Vados, no menos legendarios, y así hasta sumar 24 guerrilleros antifranquistas, convocados en un lugar recóndito del Bierzo para organizar la lucha armada, y ante todo la supervivencia, de quienes no se resignaban a perder la guerra frente al régimen de Franco.

Ochenta años después, y no lejos del lugar donde tuvo lugar aquel encuentro al aire libre del que quedaron al menos dos fotografías borrosas, la Casa del Parque de Las Médulas en Carucedo acoge este fin de semana unas jornadas sobre la Federación de Guerrillas León-Galicia organizadas por el grupo de investigación Sputnik Labrego y Edicións Positivas con la colaboración del Ayuntamiento de Carucedo.

Aunque el primer aliento de la Federación como organización de resistencia —en un momento en que las esperanzas de los guerrilleros pasaban por el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial— nació en aquellos días de abril de 1942 en Ferradillo, el germen de la agrupación lo habían puesto un año antes en la Ciudad de la Selva los huidos que habían instalado sus campamentos en la zona orensana de Casaio, cuenta el responsable de las jornadas que recuerdan la efeméride, el historiador de Sputnik Labrego Alejandro Rodríguez. «Era una cuestión, sobre todo de subsistencia, de organizar la logística para resistir», relata Rodríguez, uno de los ponentes este sábado en la primera de las dos sesiones de las jornadas.

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Enlace de Sputnik Labrego

Historia de la actriz del ‘Chavo del 8’ que fue guerrillera antifascista.

Foto de Instagram

‘Maquis’: cine comprometido con la memoria y las colas del hambre

Enlaces de la Noticia I

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El compromiso con la memoria de un pasado que no se debe olvidar y este presente de crisis económica y pandémica se unen gracias al empeño del cineasta Rubén Buren (Madrid, 1974) y el movimiento vecinal madrileño. Porque desde este 10 de diciembre y hasta el día 16 puede verse en los Cines La Vaguada de Madrid la película Maquis, con toda la recaudación de taquilla destinada a ayudar a las colas del hambre del Barrio del Pilar y de Aluche.

Ambientada en 1949, grabada en blanco y negro y con la presencia de únicamente personajes femeninosMaquis quiere dar voz a las mujeres de la posguerra de una España dividida. Y ahora, en pleno 2021, también quiere ayudar a atiborrar las estanterías de esas despensas solidarias que cada semana se llenan gracias a la generosidad del vecindario. Voluntarios y voluntarias que, de hecho, estarán a las puertas del cine en las horas de proyección de la película recogiendo donaciones alimentos.

El atentado contra Franco en Ponferrada que pudo cambiar la historia de España

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Cubillos de Sil en la Wikipedia

 

 

iLeon.com rescata documentación que demuestra un intento de asesinato del generalísimo el 28 de julio de 1949 con motivo de su visita a la inauguración de Compostilla a manos de los últimos integrantes de la guerrilla berciana. Un hecho silenciado hasta ahora en España y que sólo se puede demostrar a través de escasas publicaciones norteamericanas.

 

Italiens Regierungschef in Berlin.
Des Führers und des Duce triumphale Fahrt durch Berlins Feststrasse.
Fot. Wag. 1937

El 28 de julio de 1949, en Ponferrada, estuvo a punto de cambiar la historia de España. Ese día se materializó un atentado contra el generalísimo Francisco Franco, uno de los pocos que llegaron a ejecutarse realmente, pasando de la frontera de los deseos y los planes a los hechos. Ocurrió en la capital del Bierzo, aunque se trata de un hecho ampliamente desconocido por haber sido ocultado hasta el extremo por un régimen que no podía permitirse el lujo de admitir ningún síntoma de debilidad propia ni de fortaleza de los escasos enemigos que quedaban en suelo español después de la cruenta represión del régimen dictatorial.

Aquel jueves, cuando aún resonaban los fastos nacionales por el décimo aniversario de la victoria en la Guerra Civil, Franco recaló en Ponferrada con motivo de la inauguración de la central térmica de Compostilla en el inicio de un viaje que posteriormente le llevaría a San Sebastián pasando por las capitales de León, Palencia y Burgos. La expectación era máxima. El Ayuntamiento había otorgado al caudillo en Pleno extraordinario el día previo la primera Medalla de Oro de la Ciudad, además del título de alcalde honorario, según recoge el ABC del día 29, que relata con todo lujo de detalle en su edición nacional el «cariñoso recibimiento al caudillo».

Pero además de «cariñoso recibimiento», Franco también una violenta despedida. Tan violenta como que, según diversas fuentes externas de la época, su propio vehículo oficial llegó a recibir algunos impactos de bala de un grupo de guerrilleros antifranquistas bercianos apostados en un monte a la salida de la ciudad. Este hecho, sepultado en la memoria, desterrado de los titulares de la prensa nacional, debió ocurrir entre las 3 y las 4.30 de la tarde de ese 28 de julio.

Un policía leonés tras la ‘Operación: matar a Franco’

Leon en la Wikipedia

Alejandro Gallo publica en abril una novela sobre el fallido atentado contra el dictador en Compostilla Afirma que el plan fue un calco del asesinato del nazi Reinhard

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1949. FRANCO INAUGURA COMPOSTILLA EN EL BIERZO

«No fue una chapuza». El fallido atentado contra Franco en Ponferrada era «casi un calco de la ‘Operación Anthropoid’», que acabó con la vida de Reinhard Heydrich, uno de los hombres fuertes de Hitler, el 27 de mayo de 1942 en Praga. Así lo defiende el escritor leonés Alejandro Gallo, comisario-jefe de la Policía Local de Gijón. Los maquis leoneses trataron de asesinar al dictador en 1949, un golpe que, de haber tenido éxito, habría cambiado radicalmente el curso de la historia. Es el argumento de Franco debe morir, la nueva novela de Gallo, licenciado en Filosofía, Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación.

El Bierzo en la Wikipedia

En 2009 Gallo publicó el best seller Operación Exterminio, donde relataba la guerra sucia contra la guerrilla republicana durante la represión franquista. El libro concluye con la matanza de 28 maquis y enlaces en 1948 y otros 22 miembros de la guerrilla socialista, que fueron arrojados al Pozo Funeres. «Necesitaba contar lo que ocurrió después», explica Gallo. La nueva novela, que verá la luz en abril, retoma el hilo a partir de abril de 1948 y gira en torno a tres acontecimientos: la evacuación de la guerrilla desde el puerto de Luanco, el atentado de Compostilla y la aniquilación de la partida de Manuel Caxigal.

Alejandro Gallo en la Wikipedia

Aquellos grupos de acción de los que casi nadie habla (Blog elsaltodiario.com)

Aqellos que no tienen nombre

elsaltodiario.com: blog que nos parece interesante recomendarlo, además de  que  se preocupa de la Memoria Histórica y de aquellos guerrilleros que no figuran en las listas habituales.

Enlace del blog

Enlace del articulo de los grupos de acción.

Ni cautivos ni desarmados

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Cuando la partida de maquis del Tripas fue envenenada y ejecutada sin piedad por la Guardia Civil en 1944

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La aniquilación de la partida del Tripas en el conocido barranco de la Tornera, en el Pedroso (Sevilla), y su conocido asesinato por envenenamiento, tapado como «falsa ejecución», quedaría grabado en la memoria colectiva de esta comarca

«Los mataron como ratas y los enterraron como perros…»

Han pasado 76 años del fin de la partida del Tripas, formada por los guerrilleros sevillanos José Martín Campos, el Tripas (El Castillo de las Guardas), José Jiménez Muñoz (El Pedroso), Carmelo Romero Ortega, el Pinche (Cazalla de la Sierra) y José González Espino, Ganaso (Cazalla de la Sierra). Los cuatro combatientes fueron ejecutados extrajudicialmente por una contrapartida de la Guardia Civil que trazaron bien su complot para acabar con los maquis. Esta vez las autoridades contaron con el apoyo de un desertor, habitual en la época, la del ex guerrillero Francisco Moruno Macías, alias Chocolate, que tendería la trampa final a los combatientes que confiaron en su buena voluntad.

Hay que poner en antecedentes que la desesperación del capitán jefe del Servicio de Persecución de Huidos de la zona, Ramón Jiménez Martínez no le temblaría el pulso para llevar a cabo cualquier maniobra. El fin era exterminar las partidas, incluso el envenenamiento que fraguó desde un pequeño comercio farmacéutico de Cazalla de la Sierra (Sevilla) y el soborno a pastores en una época de hambre y demasiada miseria.

José Antonio Jiménez Cubero, señala a Público que «entre los grupos del Tripas y del Chato de Malcocinado las autoridades lograron identificar a medio centenar de guerrilleros. Unas veces juntos y otras por separado, actuando casi siempre en grupos de pequeñas unidades».

 

 

Gallego Burín gana el pulso al gobernador a cuenta del baño de sangre con los maquis

AUGE Y CAÍDA DE LA GUERRILLA ANTIFRANQUISTA EN GRANADA (1939-52). SEGUNDA PARTE

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Segundo capítulo dedicado al excepcional análisis del ‘Auge y caída de la guerrilla antifranquista en Granada’, con la firma de Gabriel Pozo Felguera, con nuevas aportaciones fruto de su investigación. Esta entrega se centra en las relaciones de poder entre el alcalde Antonio Gallego Burín y el gobernador civil de Granada José María Fontana Tarrats y las consecuencias políticas que trajo el sangriento año 1947.
Reconciliación. Ramiro Fuentes Ochoa, Mariano (izda.) y el teniente de la Guardia Civil Manuel Prieto se saludaron en la década de los ochenta durante la grabación del documental “El maquis, movimiento guerrillero en Andalucia”, del documentalista Alfonso Arteseros. Mariano había estado encarcelado casi dos décadas; Manuel Prieto acabó en el generalato.
15 de junio de 1947, cena en homenaje a Evita Perón en el salón de plenos del Ayuntamiento. No asistieron ni el gobernador civil ni el alcalde. AHMG

  • El nerviosismo ciudadano por la actividad del maquis local fue aprovechado por el Alcalde para conspirar contra la primera autoridad provincial

  • El gobernador José María Fontana soportó una serie de secuestros de ricos, voladura de una casa y tiroteos callejeros con varios muertos

  • Fontana Tarrats envió a Madrid informes durísimos que dibujaban a Gallego Burín como un político chaquetero y sólo preocupado por los ricos

El maquis del Partido Comunista (PCE) enviado desde Francia se coló en las sierras de Granada y en viviendas de la capital durante el mandato del gobernador José María Quintana Tarrats (enero de 1944-junio de 1947). A pesar de que fue un político que se empleó mucho en reprimirlo. Fue el periodo de mayor épica de las bandas urbanas de los Quero y de Clares, repleto de secuestros económicos espectaculares, enfrentamientos y muertes en las calles. El gobernador Fontana finiquitó a los hermanos Quero y a medio grupo Clares. Creyó respirar tranquilo por este éxito contra la guerrilla; pero el resultado final se le volvió en contra y arruinó su carrera política en Granada. Desde muchos meses atrás, el alcalde Gallego Burín y su grupo de influencia conspiraban para quitárselo de en medio, aprovechando lo que llamaron el aumento del nerviosismo ciudadano. El día que sus policías abatieron a los tres últimos Quero, el gobernador Fontana compró todas las papeletas para su cese.

José María Fontana Tarrats escribió en una de sus cartas que Antonio Gallego Burín, el alcalde de Granada por entonces, era falangista los domingos y fiestas de guardar. El resto de la semana no se sabía lo que era. Seguro que se refería a la fama de político camaleónico que le antecedía. El gobernador llegó a Granada con la intención de cesar a Gallego Burín y a decenas de alcaldes y cargos. El encargo que había recibido en Madrid de boca del ministro y mandamás del Movimiento, José Luis Arrese, fue reformar el partido único de Falange. Y Gallego Burín no era devoto de Falange. Los tres años que convivieron en sus respectivos cargos estuvieron plagados de desencuentros y tensiones. Y de zancadillas y golpes bajos.

Entre 1944 y 1947 se dieron dos hechos cruciales en la lucha guerrillera de Granada: el traslado de las acciones guerrilleras al escaparate de la capital y la llegada de los enviados del PCE a las sierras y, progresivamente, a la ciudad

No es cierto que José María Fontana descuidara su responsabilidad de lucha y represión de la disidencia política y, sobre todo, de las muchas bandas de maquis y guerrilleros antifranquistas que pululaban por Granada. Eso lo demuestran los números de muertes, detenciones y entregas de hombres de la sierra en los tres años y medio de su mandato en Granada. Entre 1944 y 1947 se dieron dos hechos cruciales en la lucha guerrillera de Granada: el traslado de las acciones guerrilleras al escaparate de la capital y la llegada de los enviados del PCE a las sierras y, progresivamente, a la ciudad.

La guerrilla urbana: los Quero y los Clares

La gente echada a la sierra provenía de militares republicanos que temían por sus vidas; de fugados de cárceles y campos de concentración; de represaliados en sus pueblos al regresar de los frentes; de algunos que tenían delitos de sangre; de hombres significados como izquierdistas durante la II República, etc. Desde mediados de 1939 y hasta 1941 trataron de sobrevivir con la ayuda de conocidos y familiares, acercándose a cortijos y poblaciones en busca de comida, abrigos y medicinas. No fueron demasiados en número y organización; el lema era cometer los menores robos y secuestros posibles, los justos para sobrevivir y no ganarse el odio popular.

Su amplia familia, sus buenas relaciones y su tupida red de colaboradores les permitieron vivir y esconderse en el Albayzín, Barranco del Abogado y Sacromonte. Pero para ello necesitaron recurrir a secuestros económicos con el fin de poder pagar a tantos colaboradores y espías

Fue lo que hicieron los hermanos Quero (Pepe y Antonio) desde su fuga de la cárcel de la Campana en el verano de 1940 hasta que, en 1941, decidieron separarse del Yatero y formar banda propia. Entre 1941 y 1943, los Quero se fueron introduciendo cada vez más en la capital y abandonando el modus operandi de los hombres de la sierra. Su amplia familia, sus buenas relaciones y su tupida red de colaboradores les permitieron vivir y esconderse en el Albayzín, Barranco del Abogado y Sacromonte. Pero para ello necesitaron recurrir a secuestros económicos con el fin de poder pagar a tantos colaboradores y espías. Aquellos primeros años de su actuación en la capital les reportó una reputación casi mítica, al estilo de Robin Hood, el que robaba a los ricos para repartir entre los pobres.

Más de una vez se vio al gobernador Fontana visitar el cuartel de la Guardia Civil del Albayzín (situado en el caserón de los Mascarones) para exigir mayor presión a su teniente; no entendía cómo los Quero entraban y salían a sus anchas en el barrio, cuando las casas de sus familias estaban situadas a unas decenas de metros del cuartel

La frecuencia de sus secuestros se fue incrementando así como la calidad de los secuestrados. También la presión de las fuerzas de seguridad sobre ellos. Más de una vez se vio al gobernador Fontana visitar el cuartel de la Guardia Civil del Albayzín (situado en el caserón de los Mascarones) para exigir mayor presión a su teniente; no entendía cómo los Quero entraban y salían a sus anchas en el barrio, cuando las casas de sus familias estaban situadas a unas decenas de metros del cuartel. Sabía perfectamente que los Quero contaban con la complicidad de buena parte de los vecinos de las calles Pagés, Agua y Fátima; no había movimiento de los guardias que se les escapara.

Ya escribí que Fontana era un economista que pensaba que la reconciliación nacional debía empezar por dar trabajo a partir de reformas económicas y sociales, antes que por la persecución de quienes fueron rojos. No obstante, se interesó mucho por poner coto a la épica de los Quero. Por la fama que arrastraban dando golpes espectaculares, paseando por bares y prostíbulos a cara descubierta, comiendo en restaurantes céntricos y dando propinas desorbitadas.

Y empezó a poner fin a la banda de los Quero incrementando la presión sobre sus familiares. La consecuencia de los interrogatorios de mujeres y niños lo único que consiguió es que la banda se engrosara con los hermanos Pedro y Paco, que también pasaron a la clandestinidad. El auge de la guerrilla de los Quero en Granada capital, y de los Clares y Yatero en los pueblos de los alrededores, se produjo precisamente con José María Fontana al frente del Gobierno Civil.

Pero también es cierto que iba a ser el principio del fin del bandolerismo urbano. Vamos a recordar algunos hechos sangrientos con los que fue obsequiada la presencia de Fontana en Granada:

  • 26 de marzo de 1944. La Policía monta una macrooperación en un burdel de la calle Piedra Santa, en la Manigua, en busca de los Quero. Tras una persecución a tiros por las calles de la ciudad, acaba muerto el policía Julio Romero Funes, amigo del alcalde.
  • 8 de mayo de 1944. El empresario Manuel Mesa es abordado en la puerta de su casa del Paseo del Salón y le obligan a entregar 10.000 pesetas.
  • 6 de noviembre de 1944. Pepe Quero muere durante la exigencia de una cantidad de dinero al dueño de Almacenes Contreras, en el Carril del Picón. Caía el primero de los cuatro hermanos que compusieron la banda.

El gobernador y las fuerzas policiales, envalentonadas por este éxito casual, redoblan sus esfuerzos tras los Quero. El 15 de enero de 1945, los espías del teniente Rafael Caballero creen tener localizada a la partida de los hermanos Quero en la casa número 28 de la Cuesta de San Antonio. Efectivamente, allí habían ido a descansar tres miembros de la banda de los Quero (Baldomero de la Torre Torres, Bernardo González Rodríguez y Antonio Velázquez Murillo), pero no había ninguno de los Quero. Tras día y medio de asedio, el teniente Caballero decidió dinamitar la casa. Entre los escombros, en el patio trasero, encontraron seis cadáveres, suicidados o tiroteados entre ellos; se trataba de los tres guerrilleros, del dueño de la casa (Leonardo González Fernández, del PCE, y padre de uno de los maquis), de un hijo del propietario y de una mujer

Reconciliación. Ramiro Fuentes Ochoa, Mariano (izda.) y el teniente de la Guardia Civil Manuel Prieto se saludaron en la década de los ochenta durante la grabación del documental “El maquis, movimiento guerrillero en Andalucia”, del documentalista Alfonso Arteseros. Mariano había estado encarcelado casi dos décadas; Manuel Prieto acabó en el generalato.

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BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA.

Fontana Tarrats: un economista falangista en el Gobierno Civil de Granada (1944-47), de Manuel Martín Rodríguez. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, número 29.

Percepciones y actitudes ante la guerrilla en la Granada de posguerra, de Claudio Hernández Burgos. Revisa del CEHGR, número 26.

El último frente, ensayo colectivo coordinado por Jorge Marco y Julio Aróstegui. Especial interés de la parte del maquis granadino que analiza José María Azuaga Rico.

Resistencia armada en la posguerra: Andalucía Oriental (1939-52), tesis doctoral de Jorge Marco Carretero. Universidad Complutense.

La guerrilla antifranquista en Andalucía (1939-52), de José Antonio Jiménez Cubero.